Querido sobrino Javier:
Ayer llegué a Katmandú y al ir del aeropuerto a la ciudad pasé por delante del templo de Pasupatinat donde mañana celebran el Shivarasty o día grande del dios Shiva en el que vivos y muertos compartirán el templo y los cantos por su dios.
Pese a estar asentado sobre el Himalaya y casi tocar el cielo con sus montañas de más de ocho mil metros de altitud, Nepal es uno de los países más pobres del mundo, donde más de la mitad de su población viven bajo el umbral de la pobreza.
Los nepalíes tienen todos los niños que los dioses les envían y al no poder mantenerlos ni educarlos hace que el abandono infantil sea muy elevado.
Una de las cosas más importantes que me ha llevado a Katmandú ha sido ver con mis propios ojos el estado de pobreza y abandono que sufren tantos niños pobres.
Hace unos años La Mafia se sienta a la mesa, contigo al frente tomó la decisión de ayudar a mejorar esa situación y la forma fue patrocinando o colaborando con MY HOME, orfanato que se dedica a recoger niños abandonados y darles una casa, comida y educación durante la niñez y pubertad hasta los 18 años.
Mi maleta llena de pinturas de colores, sacapuntas, ropita y algún juguete, ah y unas mochilas muy molonas que fue lo que más gustó a los niños.
A las 6 de la mañana ya estaba despierta, apenas he dormido pensando que a las 7,30 nuestro querido Rames (voluntario nepalí que cuida de los niños) venía a buscarme para ir al orfanato.
Al fin y muy puntual llegó Rames y nos fuimos en el coche atravesando una ciudad que empezaba a despertar.
Cuando llegué a My Home comenzaron a aparecer niños y niñas sin parar. Dios mío, conté hasta 20 pero todavía se oía un llanto al fondo y es que se habían quedado rezagados una niña de unos 5 añitos que llevaba en jarras a un niñito muy pequeño. Luego me dijo Rames que el peque era el último inquilino, que lo encontraron hace unos meses abandonado entre la basura.
Veintidós criaturas en total, veintidós pares de ojos negros que me miraban con curiosidad …quien es esta señora con ojos azules, se estarían preguntando…a que viene a nuestra casa??
No tuve ningún problema con ellos, ningún problema con el idioma. En cuanto me senté en el suelo, ellos se sentaron a mi alrededor y comenzaron a coger un caramelo de mis manos, con ganas pero con mucha educación. La mayor se preocupó de que todos hubieran tomado uno antes de tomar ella.
A partir de ahí todo fueron risas y abrazos. Cantaron canciones de su país, me contaron en un buen inglés como funciona su casa, las tareas que cada uno hace y me contaron lo que estudian en el colegio.
Más tarde pude acompañarles a una pequeña escuela cerca del orfanato y lo que ocurrió al llegar me extraño al principio y me llenó de orgullo al final:
Los niños que ya estaban en el cole y los de My Home se pusieron a hablar acaloradamente. Me señalaban y hablaban muy deprisa y con ardor. En cuanto pude acercarme a Ramses le pregunté que estaba ocurriendo y me dijo eso:
“Los niños del cole suelen decir a los del orfanato que no tienen mamá y en la dulce crueldad que los niños tienen, se atacan con eso. Cuando entramos, los niños del orfanato dijeron a los otros -Veis como si tenemos mamá¡¡¡ Es blanca, es dulce y nos ha traído regalos…pero vive lejos y por eso no puede venir todos los días-“
No te puedes imaginar la emoción que me embargó al sentir por un momento que yo era la mamá con la que esos niños abandonados soñaban. Ellos me adoptaron como madre porque en su infantil conocimiento necesitan tener esa madre que todos tenemos y a la que tanto nombramos, esa mamá que nos besa en la frente, que nos cura una herida, que nos abraza en la noche…esa mamá era yo y esa noche bese a todos en la frente cuando se acostaron en sus pequeñas literas y a todos les di las buenas noches…y me fui llorando hacia el coche que me volvió a llevar a mi hotel y que me alejó de los niños sin madre del Nepal
Querido sobrino Javier, cada vez que te bese en la frente o que coja a tus hijos en brazos, mi pensamiento volará a My Home al pié del Himalaya donde se puede tocar el cielo con la mano…